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PRIMER COLOQUIO INTERNACIONAL. LA PROTECCION DEL PATRIMONIO MODERNO EN IBEROAMERICA




Los días 1, 2 y 3 de diciembre pasados se llevó a cabo en Guadalajara el Primer Coloquio Internacional sobre Protección del Patrimonio Moderno en Iberoamérica.
Por parte del Comité Científico de Arquitectura del Siglo XX de ICOMOS Mexicano participó el Dr. Enrique de Anda en la clausura; estas son las palabras que dijo durante su intervención:

Agradezco en primer término, al Instituto Nacional de Bellas Artes y a su Dirección de Arquitectura y Conservación del Patrimonio Artístico Inmueble, la iniciativa para que el “Comité Científico de Arquitectura del Siglo XX de ICOMOS Mexicano, A. C.” esté presente en esta mesa de conclusiones. También la simpatía con la que la Dirección de Patrimonio Mundial del Estado Mexicano, la Oficina de la UNESCO en México y la Fundación de Arquitectura Tapatía, A.C. vieron la presencia del órgano consultor internacional que represento. Con todos ellos en lo individual, me unen lazos tanto por las responsabilidades compartidos en el tema del patrimonio cultural, como por el afecto personal. A todos ellos les estoy reconocido. 
La arquitectura del siglo XX así como los testimonios culturales de la Revolución Industrial recién han aparecido en el ambiente de los bienes con valor histórico y testimonial; estamos insistiendo porque en México sean reconocidos oficialmente también por su condición de patrimonio cultural. Todo empezó en nuestro país con las reflexiones en torno primero a la arquitectura de los dos siglos del barroco virreinal, previo fue el impacto visual que devino en el análisis formal de los conventos del siglo XVI. Casi en simultáneo fue la historización de la arquitectura mesoamericana, el barroco republicano y las estructuras de hierro del XIX, todo esto generó una demanda de aprecio que devino en tratar de conservar la autenticidad, y en el seguimiento de las recomendaciones internacionales para garantizar intervenciones correctas y dentro de los límites aceptados por la ética profesional, sobre todo europea. La arquitectura del siglo XX, con la escuela del movimiento moderno como una más de sus corrientes, apareció en los catálogos de protección federal apenas hace 30 años quedando adscrita a la temporalidad de “lo” artístico según marca la ley mexicana correspondiente. Pese a esto, sigue en espera del aprecio no solo popular sino de los órganos del gobierno, toda vez que amén de una orfandad legal casi absoluta, unos y otros se siguen preguntando por qué dar atención a una arquitectura de tan corta antigüedad, de la cual hay tantos ejemplos. La memoria cultural y las legislaciones sobre bienes nacionales que datan de las Leyes de Reforma a mediados del XIX, se han encargado de dar lugar a un modelo de aceptación y apropiación con el cual a muy pocos cabría la duda sobre que la Catedral de México no pertenece a ninguna religión sino al colectivo nacional, o que cualquier ciudad mesoamericana es un bien de la nación, imposible de enajenar o de intervenir físicamente a menos que se tenga una autorización federal. La paradoja comienza con el siglo XX, con una arquitectura de propiedad privada que por tanto, jurídicamente no puede ser patrimonio colectivo, y con una estructura de valores que no se han discutido ni difundido. Es en este punto donde se finca la colaboración ICOMOS, Instituto Nacional de Bellas Artes; el primero, en tanto agrupación de profesionales de alcance internacional en posesión de la experiencia, el conocimiento y la elaboración de juicios sobre la estructura física y el valor significante de la arquitectura y otros bienes culturales; el segundo, Bellas Artes, órgano federal responsable de la catalogación y la aplicación de normas en favor de la salvaguarda de todas las obras del siglo XX que han pasado por un proceso crítico.
El sentido de la presente intervención es dar a conocer como se están dando los vínculos de trabajo entre ICOMOS como consultor honorario, y Bellas Artes responsable federal de la arquitectura de valor del siglo XX. Es en síntesis el ¿qué estamos haciendo juntos y hacia donde vamos? en tanto que dos asociados que buscan mantener la integridad de la obra significativa del siglo XX; se trata de una colaboración tan nueva como el interés en la arquitectura del siglo pasado, con la solidez que inició hace ocho años cuando el Comité de Arquitectura del siglo XX de ICOMOS Mexicano, hizo la propuesta para la consideración de la Ciudad Universitaria como obra artística, y después de Patrimonio de la Humanidad en función más de sus méritos culturales que arquitectónicos, habida cuenta de que estos son excepcionales. Sin la presencia positiva de Bellas Artes esta empresa nunca se hubiera llevado a cabo. Sin embargo no son solo las grandes empresas de la Lista de Patrimonio las que hacen comparecer la relación institucional, es más bien en el día a día de la dispersión de la conciencia de la importancia cultural y de la defensa física de la arquitectura, donde se está consolidando una relación que por otras razones no se da en los ámbitos de la arquitectura histórica.  
A Bellas Artes le ocupa la integración de catálogos de obras significativas y motivar a los gobiernos estatales y municipales, de la importancia de incorporar a la arquitectura del siglo XX dentro de los planes oficiales de desarrollo urbano y protección de contextos. Para ello es necesario dar lugar a la definición de una axiología particular que haga posible informar tanto a autoridades como a la sociedad, del activo de significación que tienen las obras del XX, sean éstas del movimiento moderno o de cualquiera otra escuela de cultura arquitectónica. El comité de arquitectura de siglo XX está colaborando en esta tarea no solo con actos de buena voluntad, que con ella no se salva ningún enfermo menos las obras que compiten con la plusvalía de la tierra urbana, sino entre otros aspectos lidereando para América Latina el proyecto internacional encabezado por Susan Macdonald de la Getty Foundation, titulado: “Marco temático histórico para el patrimonio arquitectónico cultural del siglo XX”, consistente en determinar por primera vez, los valores significativos y no solo arquitectónicos con los que habrá de calificarse la arquitectura para que se le otorgue calificación de excepcionalidad. No será la primera vez que nos vinculamos con proyectos internacionales cuyos beneficios se ponen a disposición de la salvaguarda patrimonial en México; en 2010 la “Carta de México” elaborada por nuestro comité sirvió de insumo a la “Carta de Madrid”, primera propuesta de alcance internacional sobre los modos de intervenir, valorar y proteger la herencia arquitectónica del siglo XX. La “Carta de Madrid” está traducida a 12 idiomas: español, inglés francés, ruso, alemán, portugués, finlandés, italiano, chino, hindú, vasco y catalán, y su objetivo como el resto de las cartas de ICOMOS, es “recomendar” desde la óptica de la experticia, fundada en la práctica a partir del conocimiento teórico.
Al comité de siglo XX de ICOMOS Mexicano le interesa sobremanera tener una salida social a sus juicios y consideraciones sobre la arquitectura que ha decidido estudiar, esto se hace posible mediante las consultorías y el trabajo con la sociedad a través de entre otros organismos, Arquitectura de Bellas Artes. Esta dinámica hace posible la confrontación de los paradigmas de tal suerte que el “deber ser” se pueda convertir en “lo que se puede hacer”, sin perder nunca la congruencia con aquello que es irrenunciable. El potencial para coadyuvar con el órgano federal encargado del patrimonio artístico se apoya en las tareas que desarrollan los integrantes del comité, y que de manera resumida son aparte del tema de la restauración y puesta en vigor de la estructura física, las reflexiones sobre la naturaleza significante del patrimonio arquitectónico como bien cultural, la historia de la arquitectura moderna, y la gestión cultural de obras del acervo contemporáneo que requieren de un programa de vida que garantice su operación con el uso original (o uno alterno) y la conservación de su integridad; el estudio que se hace en el primer multifamiliar del alemanismo es buena prueba de esta acción. Nos interesa insertar en los planes de estudio de las escuelas de arquitectura el tema de la arquitectura del siglo XX como bien cultural, para ello estamos preparando un programa y un convenio con Bellas Artes y con la Asociación de Escuelas de Enseñanza de la Arquitectura en México, la ASINEA, a fin de influir en los responsables de la formación de los arquitectos, para que los alumnos adquieran mientras cursan la licenciatura, la conciencia de la cultura arquitectónica de la modernidad y la necesidad de asumir y preservar sus testimonios. 
Consideramos que nuestra responsabilidad es explorar y presentar propuestas en los temas de análisis de la arquitectura del XX que presentan ausencias, es el caso de la “memoria” implícita en las obras del siglo pasado que tienen valor de testimonio cultural, depósito de emociones, recurso de identidad y posibilidad de conocimiento. Ello nos ha motivado a la redacción de la “Carta de la Memoria”, que será la aportación que nuestro comité hará al mundo con el propósito de aprender a asumir a esta arquitectura más allá de sus cualidades estéticas. 
El comité de siglo XX coadyuvante con Bellas Artes, está integrado por 22 especialistas que en conjunto hacen el 17% de la membresía de ICOMOS Mexicano; 3 de ellos están acreditados por el comité mundial como expertos internacionales. Ganamos para otro trienio la Vicepresidencia para América Latina del comité internacional con sede en Australia; tenemos un sitio en el “Comité internacional de Alertas”, órgano multinacional que evalúa la pertinencia de proteger a un bien frente al peligro de su colapso, advirtiendo a los gobiernos locales y a la comunidad internacional de la importancia de su preservación; en México y en apoyo a Bellas Artes, desatamos el año pasado la alerta internacional cuando el  Asilo de Orizaba estuvo a punto de convertirse en una tienda departamental. 
¿A dónde van ambas instituciones? Respetando ámbitos de competencia y la soberanía que les establecen sus marcos jurídicos, a seguir construyendo en el día a día la cultura del respeto a la integridad de la arquitectura del XX en tanto que bien cultural, a repetir que de nada sirve dejar una fachada histórica dentro de un nuevo proyecto como graciosa concesión a la demanda de la autoridad; seguiremos insistiendo tanto en las universidades como en los colegios de arquitectos, que la arquitectura del siglo pasado es parte de la codificación de la historia de las sociedades modernas, y es momento de reiterar en que haciendo un símil, si el patrimonio histórico es el abuelo de la cultura la arquitectura del XX ocuparía la posición paterna, y los seres humanos de quienes primero aprenden es de sus padres. No saber leer los códigos de la cultura arquitectónica de la modernidad e ir físicamente en contra de ella, nos ubicaría como generación en la orfandad, lo cual impedirá que extendamos hacia adelante la continuidad de la historia al no contar con el eslabón clave, el de los tiempos contemporáneos, que es el que finalmente nos permitirá cumplir con el legado histórico que como sociedad hemos recibido de dar continuidad a la cultura. 

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