Por Pablo Francisco Gómez Porter
Los primeros conjuntos de vivienda multifamiliar en México, son producto de la convergencia de múltiples factores locales e influencias internacionales. Por una parte constituyen la satisfacción de los ideales revolucionarios, enarbolados por el régimen alemanista, para otorgar vivienda digna, higiénica y económica a las clases populares y por el otro son la réplica de los postulados para vivienda del movimiento moderno, concebida como la máquina perfecta del habitar.
Los primeros conjuntos de vivienda multifamiliar en México, son producto de la convergencia de múltiples factores locales e influencias internacionales. Por una parte constituyen la satisfacción de los ideales revolucionarios, enarbolados por el régimen alemanista, para otorgar vivienda digna, higiénica y económica a las clases populares y por el otro son la réplica de los postulados para vivienda del movimiento moderno, concebida como la máquina perfecta del habitar.
Estos emblemáticos conjuntos de la Ciudad de México, constituyen hitos
urbanos y arquitectónicos en la actualidad, poseen valores que bien podrían
clasificarlos como patrimonio cultural, pero enfrentan serios problemas
sociales y de gestión que amenazan su permanencia aun cuando se presentan como
opciones de vivienda popular que brinda mejores condiciones de habitabilidad y
calidad de vida a sus moradores respecto a los grandes desarrollos
habitacionales que se construyen en la actualidad.
El contexto nacional, búsqueda de la
“vivienda mínima”
El derecho universal de vivienda establecido en la Carta Magna de 1917 materializa
el interés del régimen revolucionario en su conjunto por generar y promover
vivienda digna al alcance de las clases vulnerables de la sociedad. La
ideología revolucionaria, pretende otorgar vivienda digna, económica, moderna e
higiénica a esos sectores, razón por la cual buscará satisfacer esos ideales de
manera fehaciente durante la primera mitad del siglo XX
A la par, los colegios de ingenieros y arquitectos con el afán de estandarizar,
modernizar e higienizar los procesos de habitabilidad y producción en la
vivienda realizaron múltiples esfuerzos por diseñar y establecer el modelo de
“vivienda mínima”; es así que desde la sección de Arquitectura del periódico
Excélsior se establece una serie de concursos para lograr el diseño anhelado
(Díaz, 2003). A su vez el Departamento del Distrito Federal lanza un concurso
de vivienda obrera en la colonia Jardín Balbuena que gana Juan Legarreta, el
proyecto se construye y es uno de los primeros ensayos de vivienda social en
nuestro país.
Imagen
1; proyecto de vivienda obrera ganador del concurso del mismo nombre,
desarrollado por Juan Legarreta en 1932
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El desarrollo industrial y el afán modernizador promovido por el régimen impulsó la migración del campo a las ciudades en las décadas de los 40 y los 50, generando a su vez el crecimiento de las ciudades y por ende un desarrollo urbano vertiginoso, atrás quedaba la imagen romántica de un país rural para convertirla en la imagen de un país moderno, aparejando el concepto con desarrollo y progreso (De Anda, 2008). Así los nuevos esquemas de la modernidad social, económica, política y por supuesto urbana y arquitectónica fueron muy bien recibidos y adoptados por quienes eran responsables de dictar las políticas de desarrollo del país en este periodo de tiempo.
Imagen
2; mural de Juan O´Gorman, “La ciudad de México”, se expresan los ideales de
cambio, crecimiento y modernidad de la ciudad de México.
Fuente:
www.bibliotecadigital.ilce.edu.mx consultado el 30 de enero de 2014
El Movimiento Moderno y su influencia en
América Latina
La Carta de Atenas firmada en 1933, establece los postulados de la nueva
arquitectura, que deberá promover el desarrollo del ser humano en todos sus
sentidos. Las premisas de la Carta, son adoptadas por importantes arquitectos
como Le Corbusier y generar parte de los conceptos más importantes del Movimiento
Moderno para vivienda colectiva.
Se crea el concepto de súper manzana que pretende promover el pleno y
absoluto desarrollo del ser humano en todas sus dimensiones, es así que estos
modelos de vivienda tendrán, además de los espacios característicos de habitación,
comercios, grandes extensiones de áreas verdes, áreas recreativas, guarderías,
grandes alturas, ventilación e iluminación natural y grandes densidades de población.
Los primeros ensayos se dan en Europa con las Unidades Habitacionales de Le Corbusier
en Marsella y posteriormente en Berlín.
Imagen
3; idealización de la super manzana, dibujado por Le Corbusier en 1952, se
aprecian claramente las características del modelo, grandes extensiones de
áreas verdes, áreas recreativas, desarrollo vertical y plantas libres.
Fuente: Beriain Josetxo (Comp.), “Las
consecuencias perversas de la modernidad”, Barcelona, Antropos, 1996
Los regímenes latinoamericanos, populistas en su mayoría, encuentran en
este modelo de vivienda colectiva la solución a los ideales de vivienda para
las masas y a la vez un claro apoyo político para ganar simpatía entre el
grueso de la población; por esa razón el modelo de vivienda colectiva del Movimiento
Moderno, o súper manzana, es replicado en las principales ciudades del orbe
como Buenos Aires, Caracas, Montevideo, Bogotá, La Habana y la Ciudad de México
(Sambricio, 2012).
Los primeros conjuntos en México
El principal exponente y defensor de los teoremas modernistas le corbusianos
en México fue el arquitecto mexicano Mario Pani Darqui, quien realizó sus
estudios en la Escuela de Bellas Artes de París junto con otros importantes
arquitectos latinoamericanos como el venezolano Raúl Villanueva, quien
desempeñó un papel similar al de Pani en la promoción del modelo de vivienda
moderno en Venezuela.
Pani proyecta en 1947, al sur de la Ciudad de México, el Centro Urbano
Presidente Alemán (CUPA) primer conjunto de este tipo en el país. Sus
principales características responden al modelo de vivienda analizado, solo que
con algunas variantes destacadas; cuenta con alberca semi olímpica, los
edificios de grandes alturas se construyen en un zigzag que atraviesa
diagonalmente el predio como lo proyectaría Le Corbusier para la Unidad de
Marsella, aunque para ese caso solo se construyó un módulo. En este conjunto el
muralista José Clemente Orozco plasmaría su última obra; el mural “La
primavera”, inconcluso por la repentina muerte del artista.
Imagen
4, panorámica del Centro Urbano
Presidente Alemán, tomada por la Compañía Mexicana Aerofoto, ca 1949
Otra característica importante y particular del CUPA son los
departamentos de dos niveles en los edificios altos, cada tercer piso hay
salida de elevador y un pasillo de circulación perimetral que comunica a los
niveles de acceso de cada departamento, mismos que están unidos entre sí a
manera de rompecabezas, es decir un departamento tiene nivel superior y el
contiguo inferior.
La inauguración y operación del CUPA, representó en su momento la
satisfacción de la búsqueda y de los ideales por lograr vivienda social,
económica, higiénica y moderna para las masas, ideal anhelado tanto por
políticos como por arquitectos e ingenieros, el esquema se continuó escasamente
y como parte de las políticas de Estado en materia de vivienda, el gobierno de
Miguel Alemán promueve la construcción de un segundo conjunto con conceptos
similares a los plasmados en el CUPA y con características plásticas y urbanas relevantes;
este segundo desarrollo, el Centro Urbano Presidente Juárez, también es diseñado
por Pani y construido en la colonia Roma de la ciudad de México.
El multifamiliar Juárez integra la ciudad a la arquitectura y viceversa,
la Avenida Orizaba atravesaba el conjunto, para evitar que las funciones y
circulaciones se mezclaran, Pani propuso pasar la vialidad por debajo de varios
núcleos de edificios. Por otra el manejo y disposición de los volúmenes se
realiza de manera mucho más libre e incluso lúdica que en el CUPA, pues la
extensión de terreno así lo permitía en este segundo caso. La integración
plástica es clara al incorporar murales de Carlos Mérida en las escaleras y
edificios de todo el conjunto que lamentablemente ya no existe a consecuencia
de los sismos de 1985
Imagen
5, panorámica del Centro Urbano
Presidente Juárez, tomada por la Compañía Mexicana Aerofoto, ca 1952
La obra cumbre de los ideales del Movimiento Moderno para vivienda en
México, es el Conjunto Nonoalco - Tlatelolco, proyectado también por Pani e
inaugurado en 1964, aquí las teorías modernistas son llevadas a su máxima
expresión en dimensiones y escalas, lo cual también magnificó los problemas
intrínsecos a este modelo de vivienda en aspectos sociales, de conservación,
organización vecinal y gestión. Espacial y sociológicamente la gran escala no
permite crear un sentido de pertenencia y comunidad por parte de los habitantes
con el conjunto (Villavicencio, 2000) arquitectónicamente la repetición de
bloques de vivienda genera monotonía y opacidad en el diseño del conjunto.
Las problemáticas sociales generan en este macro conjunto problemáticas
serias de gestión, no existe una figura de autoridad que regule la convivencia
entre vecinos ni la apropiación de las grandes extensiones de espacios
públicos, la fisonomía, conceptos y virtudes originales del proyecto no son tan
claras como en el CUPA, a pesar de que este segundo conjunto es 15 años
anterior a Tlatelolco.
Imagen
6, panorámica del Conjunto Nonoalco-Tlatelolco, perspectiva en acuarela,
despacho de Mario Pani, ca 1964
Fuente: panoramio.com consultada el 30 de enero de 2014
Éstos grandes conjuntos de vivienda multifamiliar fueron creados para
funcionar bajo el esquema del Estado del Bienestar; modelo económico derivado
de los procesos de producción de la Revolución Industrial y que buscaban, al
igual que los ideales de la Revolución mexicana, brindar vivienda digna a las
clases obreras cercanas a las ciudades en las que se asentaban las fábricas,
era una obligación del Estado brindar esta prestación social a la población
(Muñoz, 2005), bajo esa premisa se establece la gestión de estos conjuntos.
En consecuencia el Estado, a través de la Dirección General de Pensiones
Civiles y posteriormente a través del ISSSTE, se constituye como propietario de
los primeros conjuntos diseñados en México por Pani y otros arquitectos
importantes como Félix Sánchez[1].
Bajo el esquema de renta a bajo costo el Estado ofrece a sus trabajadores
vivienda digna y económica, administra y gestiona eficientemente los grandes
conjuntos, al ser propietario y administrador único las acciones de
conservación física de los multifamiliares se hace de manera organizada y
programa, se cuenta con los recursos técnicos, humanos y económicos suficientes
para desarrollar un modelo de conservación que garantice la sustentabilidad de
los conjuntos (Pani, 1952).
El 26 de Agosto de 1982, se publica en el Diario Oficial de la
Federación el decreto presidencial con el que se desincorporan del dominio
público los conjuntos de vivienda administrados por el ISSSTE a nivel nacional,
poniéndolos a la venta y dando prioridad de compra a los moradores con amplias
facilidades de pago. El Estado, atendiendo las nuevas políticas neoliberales,
dejaba de ser promotor de la vivienda social, el esquema de gestión de estos
conjuntos no volverá a ser el mismo. En el caso del CUPA, la desincorporación
se da hasta 1988, pues los inquilinos se ampararon contra el decreto del 82 (De
Garay, 2002).
La gestión del CUPA
Se hace una mención especial de este conjunto pues además de ser el
primero en México, aún conserva su configuración espacial, a pesar del paso del
tiempo no ha sido alterado como en el caso de Tlatelolco, los valores y atributos
del modelo habitacional analizado aún están presentes en el CUPA.
En cuanto a la propiedad del conjunto, de un solo propietario se pasó a
tener más de 1000 condóminos y más de 200 locatarios de manera sorpresiva, dejando
a los propietarios sin herramientas para una adecuada gestión y mantenimiento de los inmuebles y áreas verdes.
Imagen
7, ejemplo de daños y deterioros frecuentes en el Centro Urbano Presidente
Alemán.
Fotografía
tomada por Pablo Fco. GómezPorter, enero de 2014
En un inicio se contrataron compañías administradoras de inmuebles, por
falta de pago de varios propietarios y malos manejos de las empresas el modelo
no funcionó; por lo que partir de 1993 se decide adoptar el modelo de
autoadministración; se conformaron mesas directivas por cada edificio del
conjunto y se integraron por vecinos electos en asambleas.
El nuevo modelo de gestión generó problemas vecinales pues los
administradores debían solicitar el pago de las cuotas de mantenimiento a los
condóminos, muchos se niegan a la fecha e incluso hay quienes afirman que los
administradores hacen malos manejos de las finanzas (De Garay, 2002).
Otra consecuencia grave de este modelo de gestión, diferente al que le
dio vida a los conjuntos, es el mantenimiento y la conservación de los
inmuebles, las escasas intervenciones se realizan de manera desordenada e
inadecuada, son trabajos parciales de mala calidad que en nada contribuyen a la
permanencia del conjunto además de ser agresiones a los valores culturales ya
consolidados. El CUPA, tiene 64 años de servicio, desde hace mucho tiempo no se
aplica un programa de mantenimiento integral; el sistema constructivo tiene una
caducidad; las instalaciones eléctricas, hidráulicas y sanitarias son
obsoletas; los enormes espacios públicos, que alguna vez fueron la principal
virtud del proyecto, están abandonados; no está definido sobre quién recae la
responsabilidad de conservarlos.
Por otra parte, no existe un modelo de gestión que promueva la
permanencia física del conjunto ni los valores históricos, arquitectónicos y
artísticos que detenta por lo cual la permanencia de este modelo de vivienda
está amenazada.
Conclusiones
Los grandes conjuntos de vivienda multifamiliar, enfrentan en la
actualidad serios problemas de gestión y conservación que deben ser abordados
de inmediato, sin embargo ofrecen una calidad de vida mejor que los desarrollos
de interés social que actualmente promueven las grandes desarrolladoras
inmobiliarias al contar con diseños espaciales más generosos, servicios y
comercios cercanos y una buena ubicación al interior de las ciudades.
Promover su conservación permitiría continuar y desarrollar sus virtudes
y conocer a fondo sus defectos y causas para evitarlos en los desarrollos
habitacionales que se proyecten en el futuro.
Po otra parte son testimonio vivo de una época, de una ideología de
hacer vivienda, son reconocidos por la sociedad, forman parte de su imaginario
colectivo, por lo cual y en concordancia con los criterios de la UNESCO y de la
Ley Federal Sobre Monumentos y Zonas Arqueológicos, Artísticos e Históricos
para determinar el patrimonio cultural, podemos incluirlos ya en esta
categoría.
Bibliografía
Beriain Josetxo (Comp.), “Las
consecuencias perversas de la modernidad”, Barcelona, Antropos, 1996
Congreso de la Unión, “Ley
Federal Sobre Monumentos y Zonas Arqueológicos, Artísticos e Históricos”,
Diario Oficial de la Federación (06-05-1972), México, última reforma 13-01-1986
“CUPA, Centro Urbano Presidente
Alemán” México, Dirección de Pensiones Civiles, 1949
De Anda Enrique X. “Vivienda Colectiva
de la Modernidad Mexicana”, México, Universidad Nacional Autónoma de México,
Instituto de Investigaciones Estéticas, 2008
Díaz Hernández María de Lourdes, “Los ideólogos de la
arquitectura de los veinte en México”, Tesis para obtener el grado de Maestría
en Historia del Arte, UNAM, 2003
Dirección de Pensiones Civiles,
“Dirección de Pensiones Civiles. Cooperación técnica y efectiva para ayudar a
resolver el vital problema de la habitación”, México, Dirección de Pensiones
Civiles, 1949
[1]
Félix Sánchez proyectó algunos de los conjuntos de vivienda colectiva en Jardín
Balbuena, mismos que también fueron promovidos y administrados por el Estado.
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