miércoles

CASTILLO DE COSUENDA

Información compartida en el perfil de facebook por nuestros amigos del Plan Director de Restauración del Castillo de Cosuenda en Zaragoza.

La información está disponible con imágenes en el perfil de facebook, aún cuando no es un inmueble del siglo XX, consideramos que es importante difundir los trabajos que se realizan en todo el mundo para la preservación del patrimonio histórico y arquitectónico:

La Aljafería es un palacio fortificado construido en Zaragoza en la segunda mitad del siglo XI por iniciativa de Al-Muqtadir como residencia de los reyes hudíes de Saraqusta. Este palacio de recreo (llamado entonces «Qasr al-Surur» o Palacio de la Alegría) refleja el esplendor alcanzado por el reino taifa en el periodo de su máximo apogeo político y cultural.

El Palacio de la Aljafería contiene en el interior de su recinto monumental numerosas estancias que corresponden a diversas épocas y manifestaciones artísticas, como resultado de la trayectoria histórica del monumento: alcázar islámico hudí, palacio medieval mudéjar, palacio de los Reyes Católicos, cárceles de La Inquisición, cuartel militar y sede de las Cortes de Aragón.

La construcción del palacio de la Aljafería fue ordenada por Abú Ya´far Ahmad ibn Sulaymán al-Muqtadir Billah, conocido por su título honorífico de Al-Muqtadir, el poderoso, segundo monarca de la dinastía de los Banu Hud, como símbolo del poder alcanzado por la Taifa de Zaragoza en la segunda mitad del siglo XI. El rey en persona llamó a su palacio Qasr al-Surur, Palacio de la Alegría, y a la sala del trono que él presidía en recepciones y embajadas, Maylis al-Dahab, Salón Dorado. Es el único testimonio conservado de un gran edificio de la arquitectura islámica hispana de la época de las Taifas.

La edificación más antigua de la Aljafería es la llamada Torre del Trovador, torre defensiva, de planta cuadrangular y cinco pisos que data de finales del siglo IX, en el periodo gobernado por el primer Tuyibí, Muhammad Alanqar, que fue nombrado por Muhammad I, emir independiente de Córdoba.
Su función en los siglos IX y X era la de torre vigía y bastión defensivo. Estaba rodeada por un foso. Fue integrada después por los Banu Hud en la construcción del castillo-palacio de la Aljafería. A partir de la conquista cristiana, siguió usándose como torre del homenaje y en 1486 se convirtió en prisión de La Inquisición. Como torre-prisión se usó también en los siglos XVIII y XIX, como demuestran los numerosos graffiti inscritos allí por los reos.

El Palacio Taifal, palacio islámico, de planta rectangular amurallada y rodeado de torreones semicirculares, al modo de los castillos omeyas de Siria y de Jordania, con puerta de entrada en arco de herradura entre dos torreones, dispone en su tercio central interior un patio con jardín, llamado el patio de Santa Isabel, en cuyos extremos cortos se alzan, al norte y al sur, pórticos y salones, completándose el conjunto norte con una bellísima mezquita, un pequeño oratorio de planta octogonal y de reducidas dimensiones, en cuyo interior se observa una fina y profusa decoración de yeso, con los típicos motivos de ataurique, más unos fragmentos pictóricos, de tonos vivos y contrastados. La belleza formal de estas estancias islámicas deriva de los precedentes califales cordobeses de Medina Az-Zahra.

Tras la reconquista de Zaragoza por Alfonso I el Batallador en el año 1118, se inició la andadura cristiana de la Aljafería. De tal manera que se convirtió en palacio mudéjar residencia de los reyes cristianos aragoneses, quienes además llevaron a cabo en su interior sucesivas obras de ampliación y de reacondicionamiento. Así, de todo este período medieval, siglos XII-XIV, cabe citar la iglesia de San Martín, la denominada alcoba de Santa Isabel, la desaparecida capilla de San Jorge, las arquerías del patio de Santa Isabel y, sobre todo, las salas del palacio mudéjar de Pedro IV.
De esta etapa mudéjar medieval, , siglos XII-XIV, durante la que la Aljafería gracias al mecenazgo real es el foco creador y difusor del arte mudéjar aragonés, con la mano de obra de los maestros moros pertenecientes a las más afamadas familias (los Bellito, los Allabar, los Gali), cabe citar la iglesia de San Martín, la denominada alcoba de Santa Isabel, la desaparecida capilla de San Jorge, las arquerías del patio de Santa Isabel y, sobre todo, los grandes salones del palacio mudéjar de Pedro IV, adosados al norte del palacio islámico, que se hallan cubiertos con potentes alfarjes.
El Alcázar de los Reyes Católicos fue erigido sobre la fábrica musulmana en torno al año 1492, con el fin de simbolizar el poder y prestigio de los monarcas cristianos. La dirección de las obras recayó en los maestros moros Faraig de Gali, Mahoma Monferriz y Mahoma Palacio, y en ellas se funde la herencia artística medieval con los nuevos aportes del Renacimiento, de ahí que dieran lugar a uno de los ejemplos más significativos del llamado estilo Reyes Católicos. El palacio consta de una escalera noble, una galería o corredor y un conjunto de salas, denominadas de los pasos perdidos, que tienen su culminación en el gran salón del Trono, con su magnífico artesonado. El palacio se erigió en modelo para la nueva nobleza aragonesa de la época.

Desde 1485, en época de los Reyes Católicos, la Aljafería se destinó a sede y cárceles del Tribunal de la Inquisición, instalándose las viviendas de los inquisidores, hoy desaparecidas, en el entorno del patio de San Martín, utilizándose el torreón del Trovador como cárcel, función que cumplió durante más de doscientos años.

A partir de 1593, y por mandato del rey Felipe II el ingeniero sienés Tiburcio Spanochi diseñó los planos para transformar la Aljafería en un fuerte o ciuda a la moderna. Para lo cual se dotó al conjunto de un recinto murado exterior, con baluartes pentagonales en las esquinas y con un imponente foso de circunvalación (de paredes en ligero talud y con sus correspondientes puentes levadizos) . Sin embargo, lo que en realidad se pretendió con la construcción de este fuerte, no fue otra cosa que poner de manifiesto la autoridad real frente a las reivindicaciones forales de los aragoneses, así como el deseo del monarca por frenar posibles revueltas de la población zaragozana.
Después de este primer acondicionamiento militar, durante los siglos XVIII y XIX se produjeron en el edificio profundas intervenciones para su adaptación como acuartelamiento, de las que todavía se conservan los bloques construidos en época de Carlos III y dos de los torreones neogóticos añadidos en tiempo de Isabel II.

Desde finales del siglo XX, parte de las dependencias del palacio son sede de las Cortes de Aragón.
Toda esta amplia peripecia histórica ha ido dejando su huella arquitectónica en el conjunto monumental, en una intrincada sucesión de ampliaciones, transformaciones, destrucciones, y por último, de restauraciones y rehabilitaciones.

No hay comentarios:

Publicar un comentario