Compartimos una reflexión que realiza el Arq. Carlos Flores Marini en torno a la reciente demolición del emblemático cine Manacar que alguna vez se ubicó en la esquina de Insurgentes y Río Churubusco al sur de la Ciudad de México:
REFLEXIONES XXXII
ADIOS AL MANACAR
A José Reygadas Valdez
Durante nuestra vida universitaria el edificio MANACAR constituyó la
referencia para indicarnos que ahí empezaban las afueras de la ciudad.
Proyectado por el Arquitecto Enrique Carral, en 1963 era un sobresaliente
representante del purismo arquitectónico del Funcionalismo, de volúmenes
claramente diferenciados entre la torre de oficinas y el cine con su cómodo
estacionamiento.
Enfrente estaba la alberca Aragón y después de la loma de un ramal del
río San Ángel. Para adelante terrenos de la hacienda Buenavista, que vimos demoler
durante nuestros viajes cotidianos a C.U. en el expreso Alameda – Ciudad
Universitaria. En los años 50s se entubo el río, se rellenó el profundo
desnivel de la alberca y en los terrenos de la antigua hacienda hoy está un
anodino centro comercial.
La arqueología del siglo XXII descubrirá restos de la alberca, cimientos
de la hacienda pero del cine MANACAR nada. Nuestro siglo XX no dejara ni
rastros para nuestros descendientes.
Qué tiene que pasar para que tengamos recursos para defender las muestras
sobresalientes de la arquitectura del siglo XX. Siempre respondemos a “Toro
pasado”. Frase del dicho popular que el mexicano complementa con “después del
niño ahogado”. Modifican en forma irreversible la sala principal del Palacio de
Bellas Artes y no pasa nada. El aparatoso elevador que altera la imagen del
Monumento a la Revolución ahí sigue. Y hoy ya se habla de demoler el Polyforum
Cultural Siqueiros para hacer un centro comercial.
La demolición del MANACAR se inscribe en nuestra impotencia para defender
la arquitectura del siglo XX. Si esto sucede en la ciudad de México donde el
INBA tiene una Dirección de Arquitectura que protege a lo que la ley llama
Patrimonio Artístico, en el interior del país las demoliciones son cotidianas.
De lo que si estamos seguros es que a la Basílica de Guadalupe nadie la
tocara. Sólo ese símbolo respetamos los mexicanos. Ahí permanecerá “per secula
seculorum”. Incólume al tiempo y a los hombres.
Carlos Flores Marini
No hay comentarios:
Publicar un comentario